Los errores más comunes que cometemos con las escobillas del limpiaparabrisas

Desde no sustituirlas cuando toca hasta no limpiarlas, hay ciertos fallos que contribuyen al deterioro de las escobillas.

Las lunas juegan un papel discreto pero importante en la seguridad vial, ya que de su limpieza depende la visibilidad del conductor. Para que estén siempre limpias y en buen estado, es necesario llevar al día el mantenimiento y las sustituciones de las escobillas. Pero muchos conductores cometen a diario graves errores que pueden afectar directamente al estado de los limpiaparabrisas y, por tanto, a la limpieza y nitidez de los cristales. Algunos de los más comunes son los siguientes:

  • No sustituir las escobillas cuando acaba el verano o después de un año de uso. 
  • No limpiarlas de manera regular o hacerlo con productos agresivos que dañen la goma. 
  • No limpiar de manera periódica el cristal, evitando que se acumule suciedad igualmente en las escobillas. 
  • Accionar los parabrisas o usarlos cuando la luna está cubierta de nieve o congelada. 
  • No protegerlas de los cambios bruscos de temperatura: en verano, hay que procurar no aparcar al sol para que las gomas no se debiliten por el calor. 
  • Olvidarse de revisar la escobilla del limpiaparabrisas trasero. 
  • No revisar el nivel del líquido limpiador, obligando a las escobillas a trabajar en seco. 
  • Utilizar líquidos de baja calidad que afecten a las propiedades de la goma de la escobilla.
  • No ajustar los brazos de los limpiaparabrisas para que no se salgan de la anchura del cristal, lo que puede provocar daños en el mecanismo. 
  • Dejar los brazos de los limpiaparabrisas en posición vertical durante largos periodos de tiempo: puede dañarse el resorte y el brazo y, por tanto, deteriorarse el ajuste de las escobillas limpiadoras a la superficie del parabrisas.

Para mantener y limpiar de manera correcta las escobillas es necesario pasarles un trapo húmedo una vez al mes con agua o con un jabón suave y específico para este tipo de materiales, sin pulimentos ni ceras. Lo más fuerte que puede utilizarse para frotar la suciedad es una esponja y, en caso de vivir en localidades con nieve habitual en invierno, lo mejor es adquirir unas escobillas adecuadas para este tipo de clima ya que evitan la congelación y protegen el cristal.

Texto tomado de: https://www.20minutos.es