¿Por qué se ha roto mi parabrisas?

El parabrisas delantero de un vehículo es uno de los elementos clave del mismo, ya que no solo permite garantizar una perfecta visibilidad de la calzada en todo momento, sino que además forma parte de la estructura del propio automóvil, manteniendo en todo momento la forma del mismo. Por esta razón, es imprescindible mantener siempre la luna delantera en perfecto estado.

Son varios los motivos por los que este vidrio se puede dañar, llevando a la aparición de impactos y grietas, que pueden poner en riesgo la seguridad de los ocupantes. Por ello, ante el más mínimo indicio de daño en la luna, se recomienda acudir de inmediato a un taller que se dedique a la reparación de lunas en Ávila o en cualquier otra provincia, si es que nos encontramos en otro lugar. 

Ahora bien, ¿por qué se puede romper un parabrisas y cuáles son los tipos de impactos más comunes? A continuación, toda la información al respecto de los distintos daños que puede sufrir la luna delantera y la manera de solventarlos. 

¿Cuáles son las causas principales de la rotura de un parabrisas?

Los distintos cristales del vehículo están elaborados a base de diferentes tipos de materiales. Mientras la luna delantera está fabricada con vidrio laminado, que le aporta gran resistencia estructural, tanto las ventanillas laterales como la luneta trasera están fabricadas a base de vidrio templado, más frágil y rompible.

Estos cristales pueden llegar a romperse por numerosas razones, las principales que se encuentran cuando se trata de la luna delantera son:

  • Choque de gravilla de la calzada: es uno de los motivos más comunes y es que en muchas ocasiones es difícil de evitar. Cualquier pequeña piedra que pueda haber en la calzada puede ser lanzada por otro vehículo contra el parabrisas. El mejor consejo para impedir que esto ocurra es mantener siempre la distancia de seguridad con el vehículo de delante, aunque este impacto también puede ocurrir durante un adelantamiento.
  • Mal estado de los limpiaparabrisas: cuando las escobillas del limpiaparabrisas comienzan a desgastarse se vuelven ásperas, lo que puede llevar a provocar algún que otro rayón en el cristal del parabrisas. No se trata de una rotura de la luna delantera como tal, pero sí que puede llegar a debilitar el vidrio, siendo más propenso a romperse ante cualquier impacto.
  • Choque térmico: una repentina gran diferencia entre la temperatura interna y externa del vehículo puede llevar a que el vidrio se rompa. Esto es muy común tanto en invierno como en verano, y es que durante los meses de frío es muy común que aparezca una capa de hielo en el parabrisas. 

Además, la temperatura del interior puede llegar a ser muy baja, por lo que muchas personas tienden a poner la calefacción muy alta según entran en el coche, provocando este choque térmico tan brusco. Lo mismo ocurre en verano cuando la temperatura es sumamente elevada y se conecta el aire acondicionado a una temperatura baja.

  • Caída sobre el vidrio de algún elemento externo: al estacionar el coche en exteriores se corre el riesgo de que cualquier tipo de objeto se pueda precipitar sobre alguno de los vidrios del vehículo, llegando a romperlo. Por ello, hay que tener cuidado, sobre todo cuando hay temporal, con aparcar el automóvil debajo de un árbol, por ejemplo, ya que se puede desprender una rama, suponiendo una rotura importante.
  • Accidente o colisión: ya sea con otro vehículo o con cualquier otro elemento externo, un choque en marcha es una de las causas más comunes de rotura completa del parabrisas.
  • Vandalismo: es una de las causas más difíciles de evitar. Ya sea por intento de robo o por mero gamberrismo, es posible que tanto el parabrisas delantero, como las ventanillas laterales y la luneta trasera, sean reventadas por una persona.
  • Deterioro por uso: como ocurre con el resto de elementos de un vehículo, el paso del tiempo lleva al deterioro natural de los mismos. Cuando ocurre con el vidrio de cualquiera de las lunas del automóvil, estas tienden a ser más débiles y ante cualquier impacto pueden llegar a romperse.

Diferentes tipos de roturas que puede sufrir un parabrisas

Además de los distintos motivos por los que se puede romper un parabrisas, también existe una clasificación de las roturas en función de su forma. De este modo, podemos distinguir los siguientes tipos de impactos:

  • Ojo de buey: son el tipo de rotura más habitual, tienen forma circular, aunque no tienen por qué ser regulares, con profundidad en forma de cono hacia la parte interior del vidrio. Suelen ser fáciles de reparar, aunque se recomienda acudir a un taller especializado cuanto antes, dado que un cambio brusco de temperatura o un simple bache pueden llevar a que un ojo de buey se agriete, llevando a que sea imposible su reparación.
  • Grieta: como su propio nombre indica, se trata de una rotura en forma de raja. Es más grave que el caso anterior, dado que pone en riesgo la estabilidad de la estructura del vidrio.
  • Impacto con grieta: se trata de una combinación entre los dos tipos de roturas anteriores. Se trata también de un tipo de impacto grave, dado que puede llevar a un colapso completo del vidrio.
  • Desgaste superficial: se trata de un golpe leve, que apenas deja marca en el cristal. No suele precisar de reparación instantánea, pero sí que es necesario estar pendiente de cómo evoluciona, dado que puede llegar a agravarse.

Además, a la hora de determinar si un parabrisas se puede reparar o si precisa de una sustitución completa, tal como se verá más adelante, también intervienen otros factores como el tamaño de dichos impactos, su ubicación y la existencia de más de uno en un mismo vidrio.

¿Cómo proceder si aparece una rotura en un parabrisas?

Tal como se comentaba anteriormente, hay algunos tipos de roturas de parabrisas que se pueden arreglar, de manera rápida y sencilla, siempre en manos de profesionales, mientras que otras precisan de una sustitución completa del vidrio. 

Los casos en los que un arreglo es posible son:

  • Cuando el impacto es de tipo ojo de buey y el tamaño es menor a una moneda de 2 €.
  • Cuando el impacto no tiene forma de grieta ni se trata de un golpe combinado.
  • Cuando el impacto no está ubicado dentro del campo de visión del conductor.
  • Cuando el impacto no se encuentra a menos de 2,50 centímetros de alguno de los bordes del vidrio.
  • Cuando no existe más de un impacto en forma de ojo de buey.

En el resto de casos, será necesario acudir a un taller especializado para que se lleve a cabo un cambio total del vidrio.

Texto tomado de: avilared.com